El esfuerzo se olvida

¡Qué cambiada te veo! ¡Qué bien te sienta este cambio de hábitos! ¡Qué mejora en tu salud! Podemos añadir una larga lista de piropos que uno recibe tras unos meses en los que ha dedicado más tiempo a su autocuidado. La persona que los recibe, naturalmente, te empieza a contar sus nuevas rutinas, comida, ejercicios o lo que sea que haga. Aquí es cuando cada uno empieza a explicar y/o escuchar lo que su cerebro ha decidido retener, es decir, todo ha sido fácil y agradable.

Con esto no quiero decir que sea súper complicado hacer un cambio de hábitos, pero sí que requiere esfuerzo. El esfuerzo de los primeros días empezando a entrenar, a correr, … No son momentos de agrado de nadie. Tampoco lo es hacer un cambio en tu rutina, a la cual estabas acostumbrado. Pero todo este esfuerzo es recompensado y olvidado por las agradables consecuencias.

La conclusión a la que quiero llegar es que todo cambio de hábitos, pérdida de peso, rutina deportiva,… Nos va a costar a todos, pero esta situación se hace más llevadera, y se nos olvida un poco, una vez empiezas a ver los resultados. Mientras tanto vas a necesitar una buena fuente de motivación, una motivación que va más allá de: quiero estar más delgada, que la ropa me quede bien, verme en fotos y gustarme. Todos estos motivos son muy válidos, pero en raras ocasiones son suficientemente fuertes para vencer aquella vocecita que nos impide vencer a la pereza y continuar como siempre. Así que, si estás pensando en hacer un cambio, tomate un tiempo para pensar el motivo real del porqué lo haces y verás como el camino se hace más llevadero. 

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